miércoles, febrero 27, 2008

Una vez más


Corre y si es posible vuela, porque no llegas. Conferencia de prensa a las nueve sobre un lindo proyecto de televisión en vivo en los colegios. Entrevista a las once con una transnacional que cuando llegué me dijeron que no me estaban esperando. Entrevista a las doce en el Ministerio. Salgo a la una y resulta que en la transnacional si me habían estado esperando… y que me van a recibir a las tres. Total que llego al diario, reviso sin terminar mi correo y voy a la transnacional otra vez, pero por otra puerta. Y ahora si me reciben. Y salga usted corriendo porque el bus para Piura sale a las 4:30. Llegué a las 4:37 y aunque todavía no se había ido el bus, no me dejaron subir… y se fue sin mí.

Tal parece que Oltursa se ha tomado en serio el lema del señor presidente de erradicar la hora peruana (una hora después de la pactada). Lo desagradable es que el encargado estaba tan molesto como yo y no hubo manera de hacerlo detener el bus. Lo agradable es que la señorita que me vendió un nuevo pasaje (!!!) al menos me daba la razón (se ponía en mi lugar) y me repetía que aun cuando le parecía injusto, no podía hacer nada por ayudarme. Al menos ella si escuchó la charla de atención al cliente.

A pesar del pronóstico de lluvias, llegamos a la hora pactada. Eso sí, mientras caminé para tomar un taxi rumbo a Colán pude ver a mi querida Piura golpeada, cual si hubiera ocurrido un bombardeo: toda llena de polvo, poblada de charcos y con gente apesadumbrada. Era casi una Venecia negra, con los pobres de luto. “¿Y dónde está la plata que se dio para invertir la última vez que hubo lluvias? ¿Cómo es que nunca estamos preparados?” – se quejó mi compañera de taxi mientras contemplábamos las gruesas gotas que mojaban la luna del auto.

Si fuera la primera vez que llueve torrencialmente, se entendería la falta de previsión. Pero no. Ya en 1983 se vivieron las más históricas inundaciones. En el 97 se volvió a tener lluvias catastróficas. Y el año pasado los sabios del clima pronosticaron otro suceso parecido. ¿Por qué no sabemos prevenir? Según mi compañerita de taxi, la culpa es de los alcaldes y presidentes regionales, que no planifican bien las construcciones y no toman previsiones en beneficio de los agricultores…

Finalmente llegué a la playa y me dio de golpe toda su calma. Era como si el tiempo se hubiera detenido y el caos limeño estuviera a mil años luz de distancia. Allí estaba ella sonriente, cálida, acogedora. Sin embargo su espíritu estaba algo rebelde, sus olas agitadas y su humor algo amargo. “Ayer tuvimos oleaje”, me comentó mi abuela. Y al bajar a la arena lo pude comprobar. En la orilla el agua llegaba acompañada de cientos de ramas que el río había depositado ayer con ímpetu desmedido. Estaba la pobre toda revuelta.

Felizmente al atardecer ya el agua había votado todos los desperdicios y aunque seguía agitada, jugueteaba coqueta con el sol e invitaba a los veraneantes a sumergirse en sus encantos. Y para la mañana siguiente, cual niño travieso que espera no ser castigado, el agua estaba más calmada que nunca. Como queriendo convencernos de que no iba a volver a repetir sus tretas de 1983, cuando se agitó tanto que derrumbó el 95% de las casas de playa.

Aún recuerdo a mi abuelo parado en las ruinas, en el único pedazo de patio que quedaba, clavando sus intensos ojos azules en el fondo del mar. Yo no cumplía aún ocho años y no tenía noción de lo que cuestan las cosas, pero sí que me imagina que iba a ser un poco difícil volver a construir toda la casa de nuevo. Nunca olvidaré la impresión que me causó ver solo agua en donde antes habían terrazas, mesas, amacas, juegos de mesa, vajillas y mil cosas más. Y nunca olvidaré la hermosa lección que en aquel entonces me dio mi abuelo. No había necesidad de gritar, ni de desesperarse por los miles de dólares perdidos o los recuerdos que se llevó el agua. El sonrió (aunque le provocara llorar) hizo un par de comentarios graciosos al par de nietas que lo acompañaban, conversó con algunos pescadores, sacó algo de dinero de la billetera y manejó de regreso a la ciudad sin perder la calma ni el buen humor. Y ni bien acabaron las lluvias empezó la construcción de la nueva casa. Y para el siguiente verano, al igual que el resto de veraneantes, teníamos una muy linda nueva casa …

lunes, febrero 11, 2008

Que porqué te quiero...


Inclemente o Adorable, según se te vea. Uno es capaz de viajar 12 horas - las doce horas en avión de la rox o las doce horas en bus desde Lima – con tal de sentirlas tan solo unos instantes. Sumergirse en ellas es casi una de las razones por las que vale la pena vivir. Suaves, aún cuando estén agitadas, sus olas nos envuelven y atrapan hasta dejarnos sin aliento y sin libertad para huir. Los que no te conocen y no te han gozado desde que nacieron afirman, con poco acierto, que todas son iguales, que no hay playa especial. Y quizás sí, en apariencia, todas las playas tengan arena y agua salada, pero no hay ninguna igual a ti. Con ese toquesito de sal que hiere los labios, una agitación que no llega a ser suficiente para un surfista hawaiano y unos cambios de ánimo casi constantes, el agua colaneña es y será siempre la adoración de los piuranos.

No eres tan famosa como la pintona de Máncora (Tumbes), ni tan llena de turistas como Copa Cabana (Brasil). Tampoco eres tan de ensueño como en Uruguay ni tienes supermercados y teatros a la vuelta como Asia (Lima). Tampoco estás libre de las desigualdades típicas del Perú (ver enero en el blog de Rafo Leon en Caretas) pero eres amorosa, dedicada, clemente y acomedida. Eres tú Colán, nuestra favorita.

¿Será que cuando se vive en un desierto como el piurano tendemos a ensalzar al agua aún cuando está salada? ¿Será el calor piurano el que nos lleva a encontrar una reconfortante paz con tus tibias caricias? ¿Será el exceso de sol el culpable de gozar tanto cuando finalmente se va y nos deja un cielo anaranjado que combina perfecto con tu ocasional verde esmeralda? ¿Será que tú estas siempre allí y no caes irrespetuosa desde lo alto para destruir todo a tu paso como sí lo hacen esos huaycos tremendos que anualmente nos dejan los ríos y hoy tienen a medio Perú de duelo? ¿Será el amor verdadero tan grande como el que te tenemos?

martes, febrero 05, 2008

Vueltas de la vida




Ver para creer. Febrero empezó con una imagen tan increíble como imposible de imaginar varios años atrás. Vargas Llosa, escritor destacadísimo, de visita en Palacio de Gobierno para saludar a su nuevo amigo, el presidente Alan García, por quien votó en la segunda vuelta. Un hito casi tan impactante como cuando se cayó el muro de Berlin. Enemigos reconciliados mientras Fujimori sigue su juicio desde la cárcel… imposible no guardar esta foto para la posteridad.

Para los no peruanos, me explico. Alan García fue presidente en el 1985 –1990 y durante ese período ocurrió la más grande crisis financiera debido a la inflación generada por el citado gobierno. También era la época más cruda del terrorismo. En ese contexto al aprista Alan se le ocurrió estatizar la banca. Y nuestro literato, autor de la Guerra del fin del mundo (libro que leí sin entender cuando tenía nueve años) y La casa verde, dejó la pluma descansar y salió a las calles a manifestarse, seguido de una multitud de ultra derecha, para protestar por tal medida. La banca no se llegó a estatizar, pero Vargas Llosa se armó de valor y entró a competir para presidente. Es como si García Marques se hubieran puesto el delantal político. Entonces el Apra, partido de Alan, inventó una campaña publicitaria para que la gente no votara por Vargas Llosa. Díganle “No” al shock que propone Vargas Llosa pidieron los apristas… y la gente les hizo caso. Pero como no querían volver a votar por el apra, votaron por cualquier desconocido que pareciera honrado. Y así se fijaron en un chinito que ofrecía “honradez, tecnología y trabajo”. Y por no elegir a Vargas Llosa, terminaron eligieron como presidente a Fujimori, en aquel entonces un desconocido que parecía honrado.

El resto de la historia ya todos la conocen: Fujimori no gobernó a favor del apra, sino que al año hizo un golpe de estado y Alan García salió literalmente huyendo de su casa en Lima rumbo a Francia (con persecución policial incluida). Hoy la historia ha dado un giro de 360° y tenemos a Fujimori sentado en el banquillo de los acusados mientras su predecesor, Alan García, está de nuevo al mando del país. Sorpresas que da la vida. Tantas que uno ni se imagina. Fujimori fue el hombre más poderoso del país y ahora está preso. Alan García pasó de perseguido a presidente y Vargas Llosa votó por él.

Vueltas y más vueltas. La vida está llena de cientos de vueltas. Hoy arriba, mañana abajo. Hoy perseguido por la justicia y mañana al mando de la justicia. ¿El temor a que la situación se invierta detiene a los que imparten injusticia? Hasta el momento, en nuestro país se ha visto muchas veces a la injusticia permanecer, pero no se puede perder las esperanzas en que esa no sea una constante y finalmente el que es injusto pague por su injusticia.



Injusticias cotididas
(Para muestra un botón)

Y hablando de injusticias, recuerdo que el fin de semana vi como un patrullero de Serenasgo de Miraflores estaba detenido frente a un grupo de gente que escandalosamente estaba jugando carnavales en la pista (a pesar que está prohibido). Cuando le dije al policía ¿vio el escándalo? Me respondió “Están jugando entre ellos” e ignoró mi reclamo ante la bulla, porque al parecer la policía está para garantizar el desorden y cuidar a los que infringen reglas… no para controlar el orden y garantizar tranquilidad a los vecinos que no quieren escándalos en la vía pública. Y recordé en ese instante como días atrás, saliendo del cine, encontré a un policía parada al lado de dos vendedores de copias piratas de la película que acabada de ver. “¿Cómo voy a tener cargo de consciencia de comprar piratería si usted está parado al lado?”, le pregunté. El policía se rió y siguió conversando con sus amigos piratas, tan tranquilo…

Ojalá cada vez se encuentre uno menos de tanta indiferencia ante las reglas…


pd.
Recomiendo leer este artículo