martes, enero 02, 2018

Del odio al amor...

Cuando una herida está abierta, es facil sufrir. Basta un poquito de alcohol para robarnos un grito acalorado, cuando menos. Si ya solo queda una cicatriz seremos indiferentes a provocaciones, pero mientras la herida no sane, cualquier provocación exalta.
Pasa en el amor, pasa en la ficción y pasa en el país. Quienes vivimos los efectos del terrorismo en los '80s lo sabemos. Si, quizas a ti, limeño mazamorrero, no te arrastraron al monte a darte una paliza, pero la luz se apagaba, los coches bomba te asustaban y sufriste el terror de una u otra manera. no sé ustedes, pero yo todavía me asusto cuando hay apagón. Los terroristas eran el peor de los cucos de mi imaginario pre-escolar y el símbolo del MRTA me da hasta ahora panico.
Cuando llegué a la escuela me explicaron porqué esa gente se estaba revelando. Estaban dolidos, muy resentidos porque sufrían muchas carencias y parecia que a nadie les importaba su dolor. les habían hecho creer que matar a los ricos corruptos en el poder era la única solución. la forma de curarlos, decían las monjitas, es dándoles amor, compartiendo con ellos, resarciendo injusticias, mejorando sus oportunidades para salir de la pobreza, creando una sociedad mas solidaria.
Han pasado más de dos décadas y sí, hemos reducido la pobreza extrema en como 20 puntos porcentuales. Sí, Perú se volvió un lugar seguro, prospero, y un campesino, el rey de la papa, puede mandar a sus hijos a estudiar a la mejor universidad dd Londres. Pero no, todavia la herida no está sanada. La corrupción y su gran amiga la injusticia no han desaparecido.
Varios cabecillas terroristas han cumplido sus 25 años de condena y están saliendo para repetir su discurso de odio. Otros han madurado y cambiaron la violencia por la política. Pero no han encontrado una cicatriz, han encontrado una herida en donde el alcohol duele y genera gritos intensos. Los destapes de corrupción de Odebrecht que embarran a todos los partidos políticos sin excepcion (unos más que otros) no solo dividen al país y despiertan el resentimiento, sino que generan malestar, ira, desilución.
No soy nadie para juzgar porqué el Presidente metió la pata y cayó en la trampa del "indulto o vacancia", pero es evidente que la injustia ante la corrupción imperante, el grito de traidor, el reclamo de organizaciones internacionales y la viveza de adecuar la ley para beneficiar al que tiene poder para presionar solo empeoran las cosas. En pocas semanas pasamos de ser el ejemplo de resurgimiento económico a un país en donde se defiende ir contra los derechos humanos - como sucede en Venezuela - y se acusa de caviar o pro-senderista al que simplemente pide respetar el debido proceso, cumplir la ley y los acuerdos internacionales.
No, no soy pro-sendero ni me interesa la política. No, como miles de peruanos, no quiero violencia: solo estamos atónitos e indignados ante la corrupción imperante y la forma injusta y truculenta en que los delincuentes estan manipulando la opinión pública. Si un condenado está a punto de morir, nadie se opone a que le den lo necesario para partir en paz. Si un funcionario público no respetó su vocación de servir sin buscar su beneficio económico que sea juzgado, pero cumpliendo plazos, no bajo amenazas de "si no haces lo que quiero vas a la cárcel asi no seas culpable".  Aquí se está trasgrediendo la ley y se está manipulando a la opinión pública y se está encendiendo una hoguera de odio y resentimiento.
Las monjitas de mi colegio, creo, siguen teniendo razón. El odio se cura con amor, pero un amor expresado en obras que traten de reconvertirnos como sociedad. Esa herida necesita sanar y lo hará cuando mejoremos la forma en que se aplica la justicia. Para perdonar la gente necesita ver que se respeta la ley. Insultarlos ante su indignación por canjes deshonestos solo genera mas división. Gritarle terruco a un universitario que protesta no va a solucionar nada. Empecemos este 2018 intentando ser tolerantes, cordiales al discrepar, cumplidos con la ley y respetuosos ante el dolor ajeno. No creemos caldo de cultivo para ideologías violentas. Pongamos nuestro granito de arena para impedir que los '80s o los '90s regresen. Sí se puede mejorar como sociedad, pero todos tendremos que mojarnos. La cosa es seria.