sábado, febrero 29, 2020

Ese sujeto llamado prójimo

Pequeños actos - y gestos - nos dicen mucho del corazón de las personas y sus niveles de apertura al bienestar común más allá del uno mismo. No nos confundamos. No digo que no tengamos amor propio, sino que pensemos un poquito más en el tú, el nosotros y ellos.
El limeño promedio a veces parece metido en una carrera contra el tiempo donde el "yo me mi conmigo" prima. No es que no tengamos otras virtudes o no seamos buenos amigos, sino que el prójimo queda fuera y el desconocido no existe.

El reciente escándalo del gerente del restaurante que uso el sitio preferencial reservado para discapacitados y lejos de disculparse admitiendo el error ante el reclamo se puso altanero, fue una clara muestra de esa dolencia como sociedad insensible que nos aqueja.
El sitio preferencial existe para ayudar al prójimo, a ese desconocido que necesita nuestra mano porque tiene una vida más complicada que la del resto. Sacar una silla de ruedas del auto es complicado y entrar sin rampa aun más. Dejar libre su sitio es el camino para facilitarle la vida. Es pensar en el tú primero, ese tú que no es mi pata.
Los comentarios en redes de respaldo al trasgresor de la norma tenían un elemento común de normalizar la prepotencia y justificar el egoismo. Ese mismo que prima también entre los que ayer se quejaban de los retrasos en el tren por culpa de un suicidio. ¿Qué nos pasa? ¿Desde cuando mi prisa es más importante que el sufrimiento ajeno?

Lo peor es que lo vamos normalizando y creemos que está bien ser egoístas. Es quizás por eso que ahora Amy (de Mujercitas) nos parece "buena". No señores, Amy envidia a su hermana, quiere todo lo mejor para si misma y no piensa en los efectos de sus actos en su propia hermana, menos en el prójimo desconocido. En la nueva versión cinematografica de la historia el personaje es el mismo, lo que pasa es que ahora justificamos el "vale todo" por mí felicidad sin importar quien queda atrás. Y eso es justamente lo que, como sociedad, tenemos que cambiar.