jueves, marzo 29, 2007

El día en que descubrí que existes

No era la primera vez que me subía a su taxi. De tanto conversar, se podría decir que lo conocía. Pero así son las sorpresas. De pronto hoy, al regresar de una entrevista, descubrí su otro oficio.
Todo comenzó cuando nos entretuvimos hablando sobre porque tendría que mudarse en estos días. Al parecer, en vísperas de la Navidad pasada se quemó su casa. Felizmente detectó el incendio a tiempo, porque regresó a las once de la mañana para recoger su traje.

- ¿Y porqué regresó tan temprano?
- Es que en los meses de diciembre tengo un trabajo muy especial al que me dedico solo esa temporada y que ha cambiado mi vida por completo.
- ¿No hace taxi esos meses?
- No, soy Papa Noel en un centro comercial
- ¡Que lindo! – comenté entusiasmada yo, que como saben, me encanta la Navidad.
- Si es un trabajo hermoso que ha cambiado mi vida por completo. Me encanta pasarme horas conversando con los niños. Cuando mis hijos eran pequeños a mi no me gustaban mucho los niños, pero ahora estoy esperando tener nietos.
- ¡Qué bien! – agrego mientras me detengo a observar sus sonrosadas mejillas y su particular cuerpo regordete.
- Y me han sucedido cosas increíbles, maravillosas, estupendas. Si le contara…
- Cuénteme señor
- Bueno pues. Le voy a contar – suspira y me mira de reojo por el retrovisor mientras una marcha de las que nunca faltan detiene indefinidamente nuestro paso – Fue en el año 2005. Estaba yo tranquilo, conversando con cada uno de los niños – y mire que yo no me demoro lo que haga falta para conocerlos un poco – cuando se acercó una pequeñita de cinco años. Ella me dijo papa noel yo no quiero pedirte un juguete. Quiero pedirte otra cosa.
- ¿Qué quería la niña?
- Me dijo que para Navidad deseaba su papá viniera al hotel.
- ¿Al hotel?
- Sí, parece que ella todo este año ella estaba viviendo con su mamá en un hotel y su papá – no sé por qué razón – estaba viviendo en la selva. Y ella lo único que quería era poder volver a ver a su papá. Entonces yo le dije que si ella tenía fé y le pedía todas las noches al niño Dios que su papá viniera en Navidad el niño Dios la iba a escuchar y le traería a su papá. De pronto su mamá muy molesta se acercó y le dijo que porqué estaba tanto rato hablando conmigo y que no ilusionara a la niña con cosas que eran imposibles.
- ¡Que amarga la mamá!!!
- No sé que le habría pasado a la señora francamente. Bueno, la niña se fue con su mamá y no la volví a ver en ese centro comercial. Varias semanas después, vísperas de Navidad, estaba yo con dolor de muelas y me había ido a decirle al vigilante que me compre una pastilla cuando a lo lejos vi a una familia – mamá, papá e hija – que me esperaban. El señor se acercó y me dijo que quería tomarse una foto conmigo. La niña corrió a abrazarme y emocionada me dijo: “¿No me reconoces? Yo vine el otro día”.
- ¿Era la niñita?
- Era ella. Emocionada me contó que su papá había podido venir para Navidad. Yo felicité al señor por haber venido y le conté sobre el inmenso cariño de la niña para con su papá. El hombre empezó a llorar emocionado porque por fin había podido ver a su hija luego de más de dos años…

Los manifestantes se alejaron, el auto avanzó y el conductor siguió contándome otras historias más, cada una más enriquecedora que la otra, mientras yo, emocionada, contemplaba cómo la vida de este hombre se había llenado de felicidad desde aquel día en que decidió vestir el traje de Papa Noel.


Pd. Y bueno, yo sé que ahorita es más importante discutir el TLC o la locura de derogar impuestos y que la Navidad ya pasó, pero espero me perdonen la regresión temporal. El hecho acaba de ocurrirme y no me pude resistir de guardarlo nueve meses. Y si quieren contactar a este Papa Noel original, me escriben y les doy sus datos.

11 comentarios:

Sandy Gallia dijo...

wooooooooow!!! casi me pongo a llorar yo también, que hermoso

Mar dijo...

Ayyy, ternurita. Debe ser muy bonito llenarse de esas experiencias.

Anónimo dijo...

Muy buena historia. Esas cosas sólo pasan en los taxis. Yo justo acabo de terminar un blog que también tiene una historia taxista, o "tachera" en la jerga porteña.
Como hijo de padres separados, la historia me gustó aún más.

Vero dijo...

Que linda historia, y es que a veces no nos detenemos a conversar por ejemplo como en tu caso con un Sr. Taxista, por andar en medio de nuestras cosas y nos perdemos de estas otras que son tan lindas verdad?
Me encantó más que haber leido algo del TLC :)
Saluditos :)

Viv. dijo...

Lo sagrado en el hombre no son sus obras sino los vínculos que establece.
Un beso.

Dinia Solano dijo...

No sabía que Perú también estuvera en los dimes de un TLC. Pero más allá de eso, lo humano es lo que cuenta.

Más humanidad nos has dado con este post. Muy lindo. Vale la pena inmortalizar estas historias en la red.

Saludos

Vero dijo...

Pasé a saludar y a desearte un lindo fin de semana.
Saluditos :)

Ursula dijo...

Qué linda historia... Papa Noel sí existe, cada vez me convenzo más de ello...
Besos

Esther dijo...

¡Qué bonita historia y con final feliz, como me gustan a mí!

Un beso.

Anfitrión dijo...

Es mágico volver a creer en Papá Noel. Ya mismo empiezo mi carta.

Me llevo unos frutos de tu huerto para seguir saboreando en el camino.

Buena vida.

Marcela Mendoza R. dijo...

saludos para todos. y disculpen el abandono... pero estoy en unos días por demas complicados...