miércoles, noviembre 16, 2005


Roca Optimista
Tener sueños es importante
pero ser optimistas no es ser soñadores...
aunque quien no sueña es un pesimista.

Conversando ayer en un café - de aquellos con música electrónica, luces anaranjadas y mandarinas en los floreros - se llegó al tema de siempre: ¿Por qué un país con tantas riquezas tiene tanta pobreza?
La respuesta fue la obvia entre quienes gustan arreglar el mundo en una charla: la ideosincracia y cultura de la gente es el problema. La mediocridad que se huele en el ambiente, el conformismo en la sangre y la falta de voluntad para hacer realidad los sueños.
Pasa, que el peruano tiene el defecto social de no ser lo suficientemente optimista como para realmente salir adelante. Tenemos más tamaño y riqueza natural que miles de países del "primer mundo" pero vivimos el día a día conformes de quedarnos como estamos. Nos entusiasmamos cuando el equipo peruano va a jugar futbol y creemos que vamos a ganarle a Brasil y vivimos ilusionados doce horas hasta que perdemos y regresamos a la cruda realidad de tener un equipo futbolístico mediocre. Hasta ahí llego ese optimismo fugaz y poco realista. Doce horas duró el sueño irreal de ser campeones.
Optimismo ¿Dónde estas? En los sueños fugaces no. En los sueños del perezoso tampoco. En la falta de sueños... mucho menos. En el café amargo tomado a las cinco de la mañana por un estudiante que no durmió por terminar su tesis y sueña con lograr la mejor calificación: sí.
Optimismo (lo dijo Coca Cola) es ver el vaso medio lleno. Optimismo es soñar con algo mejor y realmente converserse que con esfuerzo podemos lograrlo.
Optimismo es reconocer que el Perú es maravilloso - a pesar de la pobreza y la injusticia y la corrupción.
Optimismo es confiar en que llegaremos a los 16 mil millones de dólares en exportaciones este año y poner los medios para lograrlo.
Optimismo es soñar con tener el mismo monto de exportaciones que tiene Chile cuando pasemos algunos años de libre comercio con Estados Unidos y ver el modo de que eso realmente ocurra.
Pesimismo es pensar que solo con magia ( o matando a todos los pobres) lograremos de dejar subdesarrollados.

2 comentarios:

gulliver dijo...

Haces bien en ser optimista, es la mejor actitud ante la vida. La gente que tiene suerte es precisamente la que tiene una actitud positiva, porque la suerte se busca, no hay que confiar en que llegue sola.

Como los de la charla del café que se ponen a arreglar el mundo en un momento, también tengo mis ideas sobre cómo crear prosperidad, pero son sólo mis ideas claro, no las tomes muy en serio. Chile no es un mal modelo a imitar, porque les está yendo muy bien y están creciendo económicamente a buen ritmo. El método chileno es el del libre comercio y la libre empresa. El acuerdo de libre comercio con EEUU sería muy buena idea. Las empresas son las que crean la riqueza y el empleo, pero necesitan que no se les ponga obstáculos legales y administrativos para su creación y operación. Además hace falta una buena educación para todo el mundo pagada por el gobierno. Con estos dos ingredientes, educación y liberalización se pueden hacer milagros en una generación. Chile está en ello y los peruanos también lo pueden hacer. No es cuestión de carácter.

Saludos

gulliver dijo...

Francis Fukuyama, el autor de "El fin de la historia" opina como yo:

- ¿Ha sido un efecto de ese error conceptual la inequidad en la distribución del ingreso?

- Sí, pero la cuestión es cómo corregir esa distribución falseada. Porque hay formas de tratar de corregirla que, en la práctica, a largo plazo, matan el crecimiento económico. Y, de hecho, ése fue parte del problema original en Argentina. Que era un país en desarrollo de ingreso medio cuando Perón implementó restricciones al estilo europeo en el mercado laboral. Es probable que Alemania pudiera hacer frente a eso después de la Segunda Guerra, pero para un país como Argentina era muy difícil. Y a largo plazo, eso debilitó mucho su competitividad. La distribución del ingreso en toda Latinoamérica es un gran problema que debe ser abordado urgentemente, pero debe hacerse de maneras inteligentes que no debiliten la productividad económica.

- ¿Por ejemplo?

- La educación. Es algo fundamental. Si miramos el éxito de muchos de los países del Este asiático y su rápido desarrollo después de la Segunda Guerra Mundial, vemos que empezaron con la reforma agraria y cierto grado de redistribución del ingreso, pero también invirtieron mucho en educación universal y superior. Eso es lo que genera aumentos de productividad a largo plazo. Y no simplemente transferir riqueza de los ricos a los pobres, porque a la larga se destruyen incentivos y se generan otros problemas.