domingo, abril 21, 2013

¡saquen esa silla!



¡saquen esa silla! - grita a voz en cuello la técnica. alguien presuroso empuja al paciente en cuestión mientras vocifera: la 44 requiere suero. pásame al 171 responde otro de los técnicos al tiempo que una enfermera advierte: a ver el de la cama 124 arrímese lejos del borde, que se puede caer. al fondo, como coro de misa, entre los chillidos del metal que las cientos de camas y sillas apiñadas en tan corto espacio emiten, recita uno a uno los nombres de los siete hijos que le quedan vivos de los doce que pario aquella anciana que no tiene ni idea de donde esta ni que le va a pasar. cuando se cansa de llamarlos pide su telefonito a gritos y trata, inútilmente, de soltar esas amarras que la tienen prisionera a la cama. ni las toses, ni los gritos, ni los lamentos de sus vecinos alcanzan para que ella entienda que no esta en su casa.

arrastran la camilla como si solo de un cumulo de sabanas se tratara. la meten a la maquina como si de un saco de papas se tratara. mientras tanto, conversan. el esta preocupado por saber si alguien sabe que esta saliendo con una fulana. ella le cuenta, porque le encanta contar, como el doctor x la estuvo sonsacando a la susodicha. y rien, y siguen conversando mientras intercalan algunos detalles del higado que posse el cuerpo aquel que están observando. terminan y ordenan: llévensela. claro, el paquete se quedo ahí tirado hasta que un angelito del sétimo piso llego presurosa a rescatarla. y es que emergencia es tierra de nadie, le explica la dulce dama, miembro de un clan en donde los buenos días, el por favor y el gracias son indispensables, y donde los nombres, el cariño y las sonrisas si están permitidos. un lugar donde los ancianos son bebes y los pacientes, seres humanos.

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