
Durante la semana que estuve en Washington no tuve oportunidad de entrar a la mayoría de los museos que ofrece la ciudad, pero vi suficiente como para quedarme encandilada.
En verdad está es la ciudad de la tradición estadounidense y el rinconcito soñado de cualquier historiador del “nuevo mundo”. Y es curioso no solo por mostrar sus testimonios históricos, sino por el cuidado y la dedicación que le ponen a cada uno de ellos.
Más allá de los homenajes a los caídos en las batallas, encontré en la biblioteca del congreso (Library of Congress) una exposición muy interesante. Allí estaban desde una copia del primer original de la Biblia impreso, hasta los libros y apuntes personales del genial Lincoln.
Llamó poderosamente mi atención
Y por si esto no fuera poco, por pura coincidencia, encontré una exposición sobre la llegada hispánica a las Américas, en donde se recogían muestras de las principales culturas de Centro y Sudamérica. Pero no era una exposición de huacos, sino más bien una breve sinopsis que incluía ejemplares originales de uno que otro cronista. Me encantó ver legados de mi querido país tan lejos de casa, aunque no me hizo tanta gracia ver lo ensalzada que estaba la cultura mexicana al otro lado del pasillo… pero bueno, ni