lunes, noviembre 05, 2007

Allá lejos los encontré...



Arriba, cruzando los cerros, más allá de donde la pista llega, escondidos casi a la altura de las nubes, viven varios peruanos. Tienen que viajar muchas horas en un incómodo ómnibus para poder adentrarse en nuestras caóticas y congestionadas ciudades. Allá no tienen teléfono en casa, no salen el sábado a comerse un pollito a la brasa en la pollería de la esquina y un solo canal de televisión los conecta con nuestro mundo.

Sus pueblos, de apenas una centena de habitantes, están entre ellos separados por horas de tortuoso viaje entre un cerro y otro. Y si bien para los limeños ir por donde ellos viven es casi un paseo turístico – por lo bonito de la zona – para los andinos nuestra presencia es la oportunidad de conocer un poquito más sobre nuestra realidad.

Pobres, sencillos, serenos, amables y muy agradecidos, conversaron con nosotros, los visitantes, sin pelos en la lengua. Les preguntamos que desde cuando tenían agua potable, y nos dijeron que el agua llega desde el gobierno de Fujimori. Les preguntamos que desde cuando tenían luz, y nos dijeron que desde el gobierno de Fujimori. “Vino el mismo a inaugurar el colegio. El señor Fujimori nos puso luz, agua y colegio”.

Un tanto asustada de escucharlos hablar tanto de lo que Fujimori les dio, me animé a preguntarles por sus preferencias políticas. Y sí, el Chino se acordó de ellos, por eso ellos votaron por él. Le están muy agradecidos. ¿Y votaron por el Apra? “No señorita, esos le hicieron mucho daño al país. Nosotros votamos por Humala …”

Mientras los escuchaba se me acabaron las fuerzas para discutirles. En Lima, mi cancha, quizás les hubiera recordado los crímenes de barrios altos, la corrupción de Montesinos, la fuga de congresistas, la renuncia vía fax y tantas otras realidades que todos conocemos y por las cuales se encuentra ahora el Chino en prisión, a la espera de juicio. Pero no pude. ¿Cómo pedirles que dejen de ser agradecidos con quien ellos piensan fue el único que los ayudó?


(p.d. Y quien ha leído mi blog desde un inicio sabrá que me he pasado más de un año discutiendo con cuanto taxista me encontraba sobre porqué no debíamos votar por Humala o porqué debíamos juzgar a Fujimori. Pero los ojos dolidos y sinceros del Perú profundo me dejaron muda.)

6 comentarios:

Marcela Mendoza R. dijo...

y ni bien se arregle bloggeer subo las imágenes.... tantito

Anónimo dijo...

Muy buen post.
Has comprobado algo que muchas veces no vemos cuando discutimos de política en los cafés de nuestras ciudades, queriendo cambiar el mundo desde nuestra Universidad o nuestra oficina. Que así como esa gente está aislada de las grandes capitales, nosotros en las grandes capitales estamos aislados de ellos, no sabemos ni queremos saber cómo viven. Lo malo es que muchas veces los acusamos de ignorancia política, de desconocer cosas básicas del ejercicio democrático, cuando somos nosotros los ignorantes que no miramos más allá de nuestro diario, nuestro monitor de la computadora y nuestra taza de café caliente.
Brillante su post, realmente brillante y sincero, sinceridad que a veces pueden tener los bloggers y no los periodistas.

Marcela Mendoza R. dijo...

Una cosa es saber que ellos se sienten alejados y no se sienten identificados con los políticos de moda, y otra muy diferente es verlos, hablar con ellos y sentir su dolor y sentir su abandono y entender porqué toman sus propias decisiones...

Anónimo dijo...

mientras ellos no esten mejor comunicados, seguiran convenciendolos con darles algunos regalos. y los deshonstos se aprovecharan de que con eso es suficiente...

Anónimo dijo...

responsabilidad del estado darles adecuadas formas de comunicación para poder conocer toda la verdad y quien es aquel que viene a buscarlos.
responsabilidad nuestra olvidar sus necesidades

Marcela Mendoza R. dijo...

En la medida en que podamos integrar estas apartadas y desoladas poblaciones a toda la nación podrán no solo mejorar su calidad de vida sino tomar decisiones más informadas. Es comprensible su gratitud y su resentimiento, pero eso no significa que no debamos cambiar nada: por el contrario, mas allá de uno u otro partido más o menos deshonesto es el Estado quien debe estrechar lazos y convertirse en su colaborador. Y por eso mismo es tan importante que los presidentes a los que se les demuestra la corrupción en la que vivían deban ser juzgados y encarcelados, para que los nuevos presidentes se esfuercen no solo en dar regalos a la población, sino en trabajar limpiamente.