miércoles, setiembre 13, 2006

Raíces

Sus ojos azules, de mirada tan profunda como el mar, se abrían de madrugada. En silencio bajaba a tomarse un café y partía rumbo al campo. Luego de cuarenta minutos llegaba al fundo, en donde recibía con una sonrisa a todos. El sol salía cuando ya todo estaba decidido.

Mandaba con elegancia, siempre dándose un segundo para un chiste - o imitar a Tres Patines en la gran corte. Plata va, plata viene, se iba y regresaba a la ciudad un par de veces, para ultimar detalles con banqueros y demás especies.

Entre una y otra cosa le daban las siete de la noche. Entonces llegaba a casa y se servía un whisky. En la terraza se acomodaba y empezaba el recuento de noticias.

- Abuelo! ¿Qué haces a oscuras? – grita la ya no tan niña que aparece por detrás.

- Shhhhh…

- ¿Qué sucede? – susurra intrigada la pequeña.

(luego de varios minutos que parecen una eternidad para cualquier mujer de cualquier edad)

- ¿Viste al señor que trae la leche por el garage?

- Sí. Ya se fue.

- A él le puede incomodar que yo, su patrón, esté sentado descansando mientras él todavía está trabajando. Ya puedes prender la luz.

La ya no tan niña no entendió mucho en ese momento. Un par de años después, cuando le explicaron que los terroristas odian a los ricos porque ellos tienen un dinero que a otros les falta, y matan a quien tuvo la suerte de recibir una buena educación, un apellido respetable y varias propiedades simplemente porque los culpan de sus desgracias, comprendió la fineza de su abuelo. Y comprendió también a su abuela, que la hacía callar cuando se explayaba contando a la nana lo lindo que era su último costoso juguete nuevo.

18 comentarios:

ROx dijo...

Marce, me contaste hace mucho tiempo esta historia, y nunca la olvide. Que bueno que la hayas escrito. Te cuento que un dia pase por la casa de tus abuelos con un amigo y no podia creer que con ese negocio tuvieran una casa tan hermosa, es que sus abuelos se dedicaban a lo mismo y no tenian casa propia. Sera cuention de habilidades, hay que reconocer el merito!.

Marcela Mendoza R. dijo...

la llevo guardada en mi corazon y quise compartirla rox.

aveces la gente odia sin razon, sin conocer de verdad a las personas, y hasta matan por eso.

Gracias a Dios que la época del terrorismo se superó.

Gracias a Dios!!!

flor dijo...

Mameri, cómo estás? Hace bastante no pasaba...

Me gustó mucho la historia. Incluso la leí un par de veces!

Un beso enorme. Hasta la próxima

Marea dijo...

Es fácil culpar a otros por los males de uno. Pienso que la cosa es más compleja de lo que pensamos. Sabio tu abuelito.

Marcela Mendoza R. dijo...

siempre bienvenida flor!!!

marea: si pues, nadie es una etiqueta...

Ursula dijo...

Todo un caballero tu abuelito, qué lindo y qué delicado... Y es cierto, en esas épocas del terrorismo había que cuidarse mucho. Me has hecho recordar una anécdota que sucedió en los 80 cuando mi familia tenía una casa en Cieneguilla. Estábamos todos reunidos en la noche jugando cartas y divirtiéndonos cuando en eso se aparece el guardián de la casa (que tenía su propia casa dentro del terreno), totalmente borracho, insultándonos como "Gringos de M" (aclaro que mi familia no tiene nada de gringa) y diciéndonos que nos iba a matar, que él se iba a quedar con la casa y no se qué cosas más. Yo era niña, y esa noche no dormí por el susto. Al día sgte. ya se le había pasado la borrachera y estaba de lo más sobón con mi papá. A veces el resentimiento es muy fuerte y uno mismo lo propicia sin darse cuenta.
Besos

Marcela Mendoza R. dijo...

danza: hay de todo

ursula: cieneguilla? mi otro abuelo (no el del relato) tambien tiene su place en cieneguilla. hijole ursula, yo iba todos los domingos - a lo mejor nos hemos cruzado alguna vez!!!

novivo dijo...

Los abuelos siempre tan sabios, aún recuerdo a mi abuelo.
La envidia y el resentimiento no está solo en los terroristas, muchas personas que conocemos nos pueden tener odio y envidia sin saberlo. Una pena tener que estar siempre a la defensiva.

saludos

Manuel dijo...

Educación, esa es la palabra, crear gente de bien para cosechar despues.

Marcela Mendoza R. dijo...

no vivo: si es una pena estar a la defensiva

manuel: cierto

Ursula dijo...

Oh Marce, todos los fines de semana de mi infancia la pasé en Cieneguilla, seguramente sí nos hemos cruzado, ja ja..
Besos

Aristóteles dijo...

¡Chuta! ¡Que tiempos aquellos!

Me ha dado una buena dosis de nostalgia tu historia.

Saludos.

Viv. dijo...

Recuerdo algunos años cuando las imágenes recurrentes en los noticieros era la de ataques terroristas en Perú y Colombia. A la distancia solo puedo decir que es lamentable vivir con tanto resentimiento merodeando, pero, más terrible es sembrarlo.

Y, cada país tiene su mentalidad: Mirá, yo estuve unos años en Chile, y, cada vez que mencionaba un proyecto o les hablaba acerca de mis planes para vacaciones se ponían verdes... (Y me refiero a gente urgencias económicas) La gente del Atlántico no es tan así, o, quizás me parece... Besos.

Viv. dijo...

"gente sin urgencias económicas", quise decir)

mixtu dijo...

como compreendo lo abuelo...

beijos europeus

Marcela Mendoza R. dijo...

sí ursula, seguro más de una vez hemos cruzado en la misma pista (a lo mejor hasta nos hemos tirado un globo de agua) quien sabe.

aristóteles: realmente fueron tiempos especiales.

blue: gran verdad, el resentimiento se siembra, por eso mi abuelo trataba en lo posible de no sembrarlo.

mixtu: cierto que si

La gata que no esta triste y azul dijo...

Una pena que esas cosas ocurrieran, pero no se porque me da a mi que tu abuelo hubiera hecho lo mismo aun sin la amenaza del terrorismo.

Marcela Mendoza R. dijo...

mi abuelo es lindo, super preocupado por los demás, siempre evitando incomodar al resto... todo un caballero!!!