el temeroso cerrajero,
el encandilado corazón de Oz,
"no vaya ser que lo hurten los delincuentes,
y lo despedazen los lobos,
y lo envenenen las serpientes..."
Pero como el temor atrae temor,
en solo un par de segundos
dieron las hienas vuelta a la esquina
y se regodearon en las heridas
y reavivaron las mismas llagas.
¿Volverá alguna vez el temeroso cerrajero
a respirar pausado y dormitar tranquilo?
Despierto ya de su pesadilla,
repasa una y otra vez las llaves...
y sueña con esa pisca de magia
y no desespera porque sabe
que la cura amorosa existe,
que la esperanza nunca muere,
que en el fondo siempre queda azúcar.
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