No lo soñé, no...
son las caricias de tus ojos
y las verdades de tus labios
las que me alegran las mañanas.
No lo imaginé, no...
son tus pupilas cargadas de pasión
- y adornadas con el crujir de tu voz -
las que desarman el muro y se apoderan de mi alma.
No lo soñé, no...
es el cariño que envuelven tus palabras
y la sonrisa que mi mirada te genera
lo que me conquista, me colma, me gana.
Es verdad sí,
que en esos instantes que para mi alma son eternos
no hay tretas, ni distancias, ni venenos, ni mentiras, ni rivales, ni otras
que puedan borrar esos secretos que tus ojos gritan y mi alma ama.
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