"No se puede quedar bien con todos", repetía una señora al lado mío, mientras íbamos en el Metropolitano. Claro, creo que ella se refería a algo que paso con otro señor al subir, pero a mí me hizo pensar en nuestro presidente. Francamente, espero que los políticos que dirigen el país se hayan dado cuenta ahora de esa premisa al haberse cumplio lo que todos, cual crónica de una muerte anunciada, veíamos venir.
Humala prometio grandes cambios sociales, se acercó a la izquiera más radical y les dijo que la derecha ya no iba a seguir gobernando, que sus reclamos serían oidos, que ya nada sería como antes. Luego, en la segunda vuelta, firmó una hoja de ruta y nos dijo que no, que no era un salto al vacío, que no iba a mantener la política comercial y todo iba a estar bien. Y la derecha confio en el.
En la redacción, entre noticia y noticia, mientras se contaban los votos, pensabamos y discutíamos de diversas maneras, pero todos estamos de acuerdo en que algo malo iba a pasar: si ganaba y no cumplia en nada la hoja de ruta prometida, las consecuencias economicas iban a ser bastatente malas, pero si la cumplia,la economia iba a estar bien pero la izquierda que lo eligió se iba a molestar. Y es esta segunda opción la que, predesciblemente, estamos viviendo.Y no le queda otra al Gobierno que atenerse a las consecuencias, bajar al llano, y resolver los graves problemas sociales que hoy nos aquejan y que sus promesas no cumplidas han acrecentado.
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