lunes, abril 17, 2006
adorada veletería colaneña!!!
Cuando tenía cinco, he de confesar que le cogí miedo. Había un moustro llamado raya que picaba bien feo, tanto que hasta a Noe con sus ochenta kilos lo hizo revolcarse en la arena de dolor. A los seis comprendí que su veletería era el secreto para nunca cruzarse con la razón de tan fundados miedos. Era cuestión de horas. A las siete de la mañana era tan calmo como para mojarse la punta de los dedos y construir el universo a sus pies. A las doce podía uno entrar y salir a sus anchas, correr de ida y de vuelta, que el movimiento general espantaba a todo moustro. Y a las cinco o seis podía uno gritarle lo que quisiera desde la terraza de madera en donde las olas chocaban sin piedad. Era alucinante estar en una casa que se convertía en un bote, no ver nada de tierra, encontrar que la escalera se perdía en el agua y sentir el salpicar de cada ola en la cara mientras tomabas la leche en la amaca.
¿Qué es lo especial en él? No sólo es haberlo conocido y visitado desde antes de cumplir un año. Es sentir sus caricias cuando te le acercas. Es saber que en cada acercamiento te regala oro. Es no sentir un frío helado cuando lo tocas. Es poder ver tus pies bajo el agua. Es saber que todos los días se llevará al sol para regresártelo al día siguiente. Es confiar en que no va a dejarte sin aire.
Es cierto que un día se molestó y arrasó con cuanto encontró a su paso. Tenía ocho años cuando ví como había destruido todo en derredor. Nunca olvidaré la sorpresa de encontrar solo agua en donde antes estaba la hermosa casa de madera. Pero no fue su culpa. Fue el niño travieso que lo sacó de sus casillas.
¿Porqué es tan lindo? Por veleto y comedido. Por calmado y apresurado. Por cariñoso y agresivo. Según como esté la marea puedes entrar en un cayac hasta el fondo y avanzar sin temor como si fuera una piscina para contemplar el sunset echada sobre la azulada y calmada agua o correr olas y revolcarte a tus anchas.
Y si no tienes ganas de mojarte, el solo hecho de mirarlo te trasmite tanta paz y tanta armonía que te hace creer que sí existe la calma y que es posible olvidar toda innecesaria angustia. Toninas, lanchas y boyas reposan calmadas en estas por lo general pacienzudas aguas, y lo hacen tan a gusto, que uno se contagia de tanta calma.
p.d.: Esto es solo el principio. Todavía hay mucho más que contar de mi querido Colán.
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13 comentarios:
Bella imagen de tu querido Colán, nos has transmitido...me pareció vislumbrarlo de algún modo.
Esto es una cosa más que me encanta de los blogs, avisorar lugares desconocidos a través de las mágicas palabras.
Saludos, Mameri!
y me comprometo a completar la descripcion con mas detalles de la playa en otro post, para tener una visión completa!!!
Vaya hermosa descripcion de la playa y de la tranquilidad que el mar nos llega a transmitir, inmenso y bello; apacible y tormentoso...asi es el mar.
Aunque no hubieras dicho que se trataba de Colan, yo lo hubiera sabido!.
No se ha probado nada d nada.
uhmm te has inscrito a www.blogsperu.com ??
es la comunidad de blogs peruanos
solo en la oscuridad: y por ser como es gusta tanto
rox: si que si?
waldo: no, no me he inscrito, como se le hace?
Aahh el mar... Me encantá el mar... hay que saber mirarlo igual... vos se nota que sabés...
si fede, en el mar la vida es más sabrosa...
Termine de leer tu bellísima descripción e instantáneamente mire por la ventana y me apabullo encontrar el cemento de los rascacielos con sus cientos de tristes ventanas. Pero cerré los ojos y pronto sentí la ternura de las aguas del mar acariciando mis pies. Salvador antídoto.
Buena vida!
marce, que lindo, es exactamente así como lo recuerdo a diario!
pinta tu pueblo y sera universal, se acerca el dicho, gracias por mostrarnos el otro lado del charco, abrazos desde el Sur
Mientras te leía imaginaba ese hermoso lugar... ya quiero conocerlo! Besos.
anfitrion: al menos unos segundos la mente viajo...
hector: abrazos
blueberrie: espero puedas darte un salto por la costa norte y conocer sus playas!
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