Estaba apurada y con poco capital en la billetera, así que tomé un taxi colectivo. Ahí encontré a una mujer, como de mi edad, con una inmensa barriga y un bolso de bebes. Le sonreí entusiasmada, pero ella tan solo frunció el ceño. La vi frotarse el vientre y me confirmó mis sospechas. Estaba con contracciones e iba directo al hospital. En el asiento delantero iba un tipo, bastante malgeniado con un pequeño de dos años que se movía como si tuviera hormigas en el cuerpo. pocas cuadras más allá se bajaron en un hospital. Iban serios y hasta tristes, como si en lugar de recibir a un bebe fueran a una delegación policial. ¿Recibirían con la misma mala leche al primero de sus hijos? No lo sé. Solo sé que me impresionó la falta de alegría ante algo tan bonito. Y el hecho de que la mujer fuera cargando el bolso con las ropitas para el bebe a pesar de los dolores me dejó un mal sabor.
Al rato subió otra pareja. Ella con zapatos de plástico celeste chillón, minifalda celeste y pelo oxigenado en tono naranja. Sus modales eran bruscos. Aire antipático y genio bravo. Junto a ella un simplón en mangas de camisa, del clan de los callados, llevando un equipo tecnológico algo viejo y mal enbolsado. Al rato empezaron a discutir. "Pagaras tu el pasaje" empezó la mujer. Del susto cogí bien mi cartera y miré por la ventana hacia la pista, para tratar de no meterme en asuntos extraños.
Pero fue inevitable enterarse del problema. Ella se quejaba porque el no le había dado plata desde el jueves. Que ella invertía a diario diez soles para ganar siete soles y que esos siete soles no alcanzan para la comida (si un pollo entero te sale a doce soles, sumando arroz, leche y pan son lo menos 20 soles para comer decentemente). Que pare qué quería ella un marido si la iba a hacer pasar hambre. Y muchos adjetivos irrepetibles.
Empecé a comprender a la antipática señora. Con la angustia de tener que comer ella y sus hijos con siete soles al día era entendible su mal humor. Si el esposo es ocioso y no le da... no quiero ni imaginarlo. Y según pude entender de la discutidera, el era amigo de lo ajeno y aquel equipo era robado y lo iba a vender para ganarse alguito de dinero... el cual probáblemente no usaría para dar de comer a su esposa y sus hijos.
Llegué a mi destino y bajé rápido. Pero no se puede olvidar tan rápido lo vivido. Me quedé buen rato pensando en cuanto sufren muchas mujeres en mi ciudad.
El Perú no es Lima y Lima no es Miraflores, y Miraflores no es la avenida Larco.
P.D. Los peruanos sabemos de qué hablamos cuando decimos taxi colectivo, pero por si esto, valgan casualidades, lo lee alguien de otro continente, va la aclaración: taxi colectivo es un taxi que sigue siempre la misma ruta (todo paseo de la republica por ejemplo) y va recogiendo pasajeros igual que micro en varias esquinas hasta completar los seis que entran en el carro. La ventaja es que a cada pasajero le sale más barato.
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