Desamor.
Acabo de leer ese título en el blog de un colega. Y pensé: cuánta razón tiene. El Covid-19 nos ha mostrado, sin pudor, lo que llevamos en el corazón. O lo que nos falta.
Empatía
Los primeros meses se hablaba de resiliencia, el arte de saber levantarse rápido. No quedarse tumbado. Pero esta nueva realidad llegó a ser permanente y toca adaptarse. Y eso implica mirar más allá del ombligo. Andar, avanzar, sin pisar.
Amor
Vivimos en sociedad y necesitamos respetar las normas. Y eso implica pensar no solo en lo que me place, sino en lo que nos beneficia a todos: el bien común. Cuando amas, te preocupa no solo tu comodidad, sino también el bienestar del resto.
Reglas
Nos piden usar #mascarillas, mantener dos metros de distancia, no salir a fiestas y no abarrotar lugares cerrados. Evitar contagiarnos o contagiar, porque los hospitales han colapsado y si te enfermas, mueres por falta de atención. Y se prolonga la #cuarentena y más negocios cierran.
Rebeldes
Ahí está el deportista que no quiere usar #mascarilla. Va por ahí orgulloso de no tener grasa corporal y no le importa si contagia al resto, menos saludable, en espacios públicos. Y se molesta si lo critican. Ahí está el joven que fue a una de las 900 fiestas covid detectadas este mes. Ese que te insulta si lo reprendes por no respetar cuarentena. Y la lista, lamentablemente, es larga. Podría seguir...
Empatía
La batalla no está perdida. Las donaciones siguen llegando a los comedores populares. Un empresario está ofreciendo oxígeno a los hospitales. Una escolar está cocinando queques para donar las ventas a los desempleados. Uno que entrena en el estacionamiento para no incomodar a los abuelitos del edificio que sacan a pasear al perro. Y la lista, felizmente, es larga. Podría seguir...