domingo, noviembre 01, 2015

Tiempos

Segundos, minutos, instantes.
Para ser feliz un suspiro me vasta,
Un milímetro de cielo en los labios,
Una migaja de sueños revoloteando.

Si retroceder el reloj pudiera
Deternerlo en ese segundo me bastaría
Congelarlo hasta hacerlo eterno
Y no parar de revivirlo.

Segundos pasan
Segundos vienen
Y ese pasado sigue presente
Y el nunca jamás late de prisa
Y mi tiempo es tu tiempo
Y no hay vacíos en mis sueños.

Yomemi...

Andando de aquí para allá en Facebook uno se suele encontrar de todo tipo de frase, una mas acertada que la otra, ya sea Ghandi o Coello. Pero hay algunas (no, no me refiero a los "a veces" de  la rana) que creo que no se aplican en nuestro país. Son aquellas que insistan a pensar en uno mismo como prioridad.
Antes de que se exalten, me explico. Lo normal es que uno piense en uno y en el bienestar de los suyos y que tenga suficiente autoestima como para no dejar que lo humillen. Pero creo que en nuestra ciudad tenemos un exceso de amor propio y esa es la razón  de tanto desbarajuste. Creo que nos hemos tomado demasiado a pecho eso de pensar en uno mismo primero y nos olvidamos que vivimos en sociedad, rodeados de otra gente que también tiene derechos.
Ejemplos, lamentablemente,  sobran. Lo ves en la señora cincuentena que está buscando una torta y desbarata todo el exhibidor del supermercado en busca de lo que le provoca. Saca tortas, las pone en una ruma que arriesga su supervivencia y no las regresa a su sitio. Viene la encargada de la tienda, reniega, acomoda todo, explica que no se puede poner una torta sobre otra, pero ni bien se va, la señora en cuestión lo vuelve a hacer. Sólo le importa ella y su deseo de comer un sabor en específico,  no le importa ni dar más trabajo en la tienda ni malograr el resto de tortas. Hace un desastre y se va tan campante...
Otro ejemplo son los transeúntes y la basura. Porqué razón una persona arroja un papel viejo o la envoltura de un chocolate o la cáscara de un plátano en plena via pública? No saben que alguien se puede caer si pisa una cáscara?  No sólo se trata de ser "cochinos" o "maleducados" , esto va mas allá.  La primera razón es la flojera de caminar o buscar un basurero, de los cuales hay mínimo uno en cada esquina. Yo creo que, además, en el fondo no nos importa el prójimo,  ni la persona que vive en esa calle ni los que se contaminan con el CO2 ni los que tienen que venir luego a limpiar el desastre. He visto tipos muy bien parecidos, con pinta de modelo de comercial, arrojando un hueso de pollo al terminar de comerlo en plena vereda de la Av. Larco, aún cuando había un basurero a pocos metros. Sólo le importaba deshacerse de lo que le estorba y nada más. Y así piensan los cientos de transeúntes que pasan por delante de la reja de mi casa y tiran, hacia dentro de la casa, boletos del bus o envoltura de galletas. No se fijan que hay gente viviendo ahí. Las abnegadas barrenderas pasan 5am recogiendo todo y en mi casa barremos temprano, pero al volver ya hay basura otra vez y no es nuestra, nosotros no la pusimos ahí. Son gente egocéntrica creo, que no piensan en su ciudad, en su comunidad ni en sus vecinos, sólo en lo que les apetece. No miran más alla nó ven el trabajo recargado que dejan a quienes limpian....
El tráfico es también una prueba viva de ello. No hay espacio para avanzar, ponen la luz en amarillo y suacate, el auto acelera y cruza en la intercepción. Sólo le interesa ganar una milésima de segundo para llegar más rápido a su destino y no le importa si atora el tráfico, si no deja pasar a los del otro lado, si complica la vida de cuatro cuadras más atrás...
Yo me mi... conmigo. Así me repetía una tía querida cada vez que yo, cuando niña pequeña,  comía algo sin invitar. Y la recuerdo cada vez que veo poblado Facebook de eslogan que nos invitan a eso, al yo me mi a ultranza. Si viviríamos en una zona donde falta amor propio y existen abusos ante el exceso de generosidad,  bueno, vamos, todos a recordar que primero hay que amarse uno mismo. Pero en una ciudad llena de falta de visibilidad sobre lo que pasa más allá del propio ombligo francamente...