viernes, julio 01, 2011
Y deténganse!!!
Valgame Dios! Que aquí, contra todo pronóstico, hay espacio para todo. No en vano se pintan tantas películas y se dibujan tantas historias en estas calles, alrededor de tan cautivantes y verdes paisajes, capaces de llenarte de una calma que solo la quietud del buen jazz te puede entregar.
No parece parte de la misma ciudad, pero lo es. A pesar de todo el barullo que manejar la economía mundial implica, Nueva York es también el paraiso de todo artista calmado desea. Sus parques, sus muelles, el puerto, sus músicos ambulantes, sus sonrisas relajadas, sus charlas detenidas en el tiempo solo hacen pensar que sí, que por momentos esta ciudad, si bien no duerme, pues logra detenerse en busca de paz...
Apúrense!!!
Es cierto. Los neoyorquinos van muy pero muy rápido. Pero la culpa es de todo el ecosistema hecho para correr. Y en especial de los increiblemente acelerados semáforos. No hay forma de cruzar una pista, caminando con calma, y llegar a la otra acera antes de que cambie la luz. Y así como los semáforos, los taxis, la gente, la bolsa, la vida está sobrecargada de cafeína...
Uno puede detenerse y sentir como una ráfaga de viento, pasos acelerados, pensamientos abrumados, dinamismo galopante y mucha prisa acumulada cruzan alrededor. Como si los millones de millones de dólares que a diario se juegan al interior de tan imponentes edificios dependieran de llegar primero, antes que nada ni nadie...
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