viernes, marzo 31, 2006

pre dictadura 2

Me llegó este mail de un colega, en lugar de reenviarlo, decidí publicarlo aquí. Segun el remitente del mail, un redactor de un diario, el texto pertenece a Jaime Bayli. NO SE si eso es cierto que el sea el autor o si lo que cuenta es todo verdad, pero en todo caso, la historia me pareció relevante para reflejar lo que vivimos. Esta historia muestra lo que escucho a diario...

Llego a Lima fatigado y el aduanero me mira con mala cara y me revisa todo con un rigor desusado.
–Por tu culpa han despedido a un señor de la aduana, Jaimito –me dice, mientras revuelve mi ropa.
Luego, siempre mirándome con aspereza, me recuerda una crónica en la que narré cómo un aduanero amable me dejaba pasar con dos laptops nuevas, a cambio de un libro firmado de regalo.
–Pero esas crónicas son ficción –le digo, abochornado–. No son denuncias periodísticas. No pueden despedir a nadie basándose en eso.
Son artículos de humor en los que me invento casi todo.
Me mira como si estuviera tomándole el pelo y dice:
–Eso no te lo cree nadie, Jaimito.
–Tienes razón –le digo.
Me disculpo por imprudente, le pido que me dé el teléfono del señor que fue despedido, no lo recuerda o no puede conseguirlo o no quiere dármelo, le dejo mi correo electrónico, me promete que me escribirá
para darme el teléfono del pobre hombre, cuya vida al parecer he arruinado por tonto. Luego le pregunto por quién va a votar.
–Por Humala –me dice.
Le pregunto por qué y responde, no sé si adusto o juguetón:
–Para que te boten de la televisión así como botaron al señor de la aduana.
Esa tarde, ya en la casa, llamo por teléfono a un técnico de computadoras y le pido que venga a instalarme el nuevo programa de Word. Me dice que vendrá enseguida. Le pregunto cuánto me cobrará.
–Cincuenta dólares –responde, porque en Lima todo el mundo cobra en dólares, especialmente los técnicos piratas.
Cuando llega a la casa, le sirvo una limonada y galletas de chocolate, nos sentamos en la sala, abre mi computadora, me pide mi clave, se la doy, mete el disco pirata y empieza a bajar el programa de Word. Le pregunto por quién va a votar. No lo duda:
–Por Humala.
Es un momento algo incómodo para mí, porque ese candidato, Ollanta Humala, me ve con bierta hostilidad (se niega a concederme una entrevista, lo que no parece un gesto tolerante) y su padre, Isaac
Humala, el ideólogo de la familia (pues dos de sus hijos son candidatos presidenciales y uno más está preso por asaltar una comisaría), ha dicho que si ganan las elecciones, me van a fusilar "por maricón", según ha publicado recientemente un diario de Lima, sin que él ni sus hijos lo desmientan y sin que la prensa peruana se escandalice, como se escandalizó hace cinco años cuando el padre de Lourdes Flores llamó "auquénido de Harvard" a Alejandro Toledo, un exabrupto condenable pero, en mi opinión, mucho menos grave y siniestro que anunciar el linchamiento de homosexuales por el mero hecho de serlo.
–¿Por Ollanta o Ulises Humala? –le pregunto, disimulando mi fastidio.
–Por Ollanta –responde, y sigue descargando el disco pirata en mi laptop.
–¿Por qué? –le pregunto.
Da entonces una respuesta notable:
–Porque es un hombre recto. Este país necesita rectitud moral. Hay demasiada corrupción.
Asiento, demudado, mientras él continúa perpetrando un acto ilegal, en amigable complicidad conmigo, y, al mismo tiempo, maravillas de la enloquecida vida peruana, discurseando sobre la necesidad de ser
rectos, morales, incorruptibles.
Muerdo una galleta de chocolate y pienso: este país está loco, no tiene arreglo. El técnico, un hombre menudo, amable, de buenos modales, me pide una limonada más. No resulta fácil servírsela, pero me digo que debo ser tolerante y cortés y voy a la cocina y regreso con su limonada helada y él la bebe encantado, mientras sigue ejecutando con precisión su arte pirata. Le pregunto por quién votó en otras elecciones y dice:
–Siempre por Fujimori.
Le pregunto si volvería a votar por él en caso de que fuese candidato en esta elección y no duda en decirme que sí.
–Pero Humala es de izquierda autoritaria y Fujimori, de derecha autoritaria –le digo.
–No creas –me dice–. Los dos son rectos. Eso es lo que importa.
Y prosigue descargando el disco pirata con indudable rectitud moral. Cuando termina y llega el momento de pagarle, siento un escalofrío. Pienso: voy a pagarle a un pirata justiciero que va a votar por un
candidato que me detesta y cuyo padre me desprecia sólo porque mis modos íntimos de amar no se parecen a los de la mayoría, y dice por eso a los periodistas que debo ser condenado a muerte, flagelado,
humillado, escarmentado, como hacían los antiguos incas, según él, con los hombres que tenían relaciones sexuales con otros hombres (y cita tal y cual libro de historia para ilustrar su posición o, hablemos claro, su intoxicación). Pienso: si tuviese la extraña rectitud moral de las personas que este técnico admira, lo echaría a empellones de mi casa y no le pagaría y lo denunciaría a la Policía.
Pero no soy recto, no puedo ser tan recto, siempre he sido flexible, zigzagueante, blando, sinuoso, dubitativo. Por eso le pago, le doy una propina, lo acompaño a su carro y le doy la mano, deseándole suerte.
Unos días después, tomo un taxi al aeropuerto, abrumado por la certeza de que el país, puesto a elegir entre una opción seria y democrática (como la de Lourdes Flores) y otra populista y autoritaria (como la de Ollanta Humala), elegirá, una vez más, la carta suicida, oscura, autodestructiva, el camino de los charlatanes y los matones, la celebración de la barbarie, como ya ocurrió en casi todas las elecciones presidenciales de las que he sido testigo.
Imprudentemente –pero no puedo evitarlo–, le pregunto al taxista, un hombre joven, de corbata, por quién piensa votar.
–Por Humala –me dice.
–¿Por qué? –le pregunto.
–Porque este país siempre ha sido gobernado por los blancos y los blancos no han hecho nada por nosotros –dice.
Quedo en silencio un momento.
–Pero eso no es tan cierto –le digo–. Los militares gobernaron toda la década del setenta y ese no fue un gobierno de blancos. Fue, en todo caso, un gobierno de borrachos y ladrones, pero no de blancos.
Los blancos nunca han hecho carrera militar en este país.
–Yo no sé eso, yo no había nacido en esa época –me dice, algo ofuscado.
–Y el APRA gobernó la segunda mitad de los ochenta y tampoco fue un gobierno de blancos, porque el APRA es un partido de clase media, del pueblo, no de blancos –continúo, sabiendo bien que debería callarme la boca porque no voy a convencerlo de nada.
–Pero ese gobierno fue bueno, a mi papá le fue bien –me dice.
–¿En serio? –pregunto, sorprendido.
–Sí, mi papá es aprista –dice él.
–Comprendo –digo, pero en realidad no comprendo nada.
–Y el de Fujimori tampoco fue un gobierno de blancos, más bien podría decirse que derrotó a los blancos el año 90 –insisto.
–Pero Fujimori gobernó con los blancos –afirma él, obstinado.
–¿Y qué crees entonces que deberían hacer los blancos? –digo, evitando prudentemente decir "qué deberíamos hacer los blancos".
Pero él, tan joven, tan pundonoroso, tan buen conductor, tan idealista y extraviado, es menos prudente que yo:
–Irse de este país.
Que es lo que hago un par de horas después, pensando, descorazonado, que malos tiempos se avecinan en esas tierras áridas, violentas, confundidas, donde habitan, comprensiblemente, la rabia y el rencor.

pre dictadura 1

Quiero contarles lo que hice la noche del domingo. Luego de que mi sobrinita se durmiera viendo el diario de una princesa, ni siquiera me tomé la molestia de consultar la guía de películas, como acostumbro. Me instalé en la señal abierta y no me moví ni en los comerciales. Y eso que tenía sueño por el cansancio acumulado del reciente viaje relámpago. La política interna del país merecía el esfuerzo.
Primero seguí la entrevista a Humala, calladita y sin prejuicios. Luego escuché sin parpadear al francotirador, quien como dicen, estaba en su tinta. El habitual periodismo irónico de Jaime Bayli era muy acertado para la ocasión. Debo confesar que me provocaba aplaudir. Ojalá todo el Perú lo esté escuchando, pensaba.
Ollantay Humala dijo, sin pelos en la lengua, que iba a cambiar la constitución neo-liberal que tenemos por otra en donde puedan revisarse los contratos de las empresas extranjeras en áreas claves (sin definir cuales he…) para tener participación (léase ser también dueños) en ellas. Luego dijo, cuando le preguntaron sobre el manejo de los medios de Chàvez en Venezuela, que cada cual ve como mata sus piojos. Osea, ¿nosotros los periodistas somos piojos???
El francotirador no tuvo a Humala en su estudio, porque Humala le dijo bien claro que no va a ir nunca a su programa, así que le hizo las preguntas a la pantalla. ¿Por qué un periódico de su hermano que llevaba su nombre en el 2004 pedía matar al presidente que le pagaba a usted un sueldo mensual cercano a los diez mil dólares? -decía Bayli. Buena pregunta aún no respondida. Humala, candidato nacionalista, dice que quiere acabar con la dictadura de los ricos para tener la dictadura de los pobres, pero no dice porque si siempre le ha encantado la vida de rico respaldaba matar a quien le pagaba su sueldo.
Ayer el centro estaba tenso. Desde mi ventana ví como unos escurridizos y flacuchos niños le robaban a una joven. Vi como un auto viejo repartía propaganda de Humala haciendo mucha bulla. Vi a una mujer buscando en la basura cosas que le sirvan para revender y ganarse unos centavos. Y francamente, no vi a ningún de aquellos comunista dándole la mano al necesitado. Vi gente sin ilusiones y cansada de sufrir para sobrevivir, a quienes no le interesa si hay libertad de prensa o si hay democracia o si hay un militar en el poder. Como decía ayer un colega mientras cenábamos y escuchábamos a una empresa extranjera presentar un nuevo producto, a la gente sufrida del Perú profundo lo que le interesa es quién le da una ilusión, no quien le da razones.
Esos que de niños fueron golpeados, que no pueden pagar una universidad y no tienen quien les de trabajo, no les importa si Humala es violento, racista o si va acabar con la libertad de prensa y traer en verdad más pobreza al pueblo…

Y yo solo puedo decir que hay 20 candidatos a presidente, muchas opciones como para elegir al más violento.

Y a esos veinte candidatos les digo: por favor, piensen bien el último discurso que dan, porque para llegar a ese pueblo sufrido y salvarnos de una dictadura portadora de mucha pobreza deben pensar en lo que ha ellos les hace falta oír.

miércoles, marzo 22, 2006

Por supuesto que crucé el desierto






A pesar de que corrí y corrí dos días para poder cruzar el desierto, llegué tarde a la ceremonia. Corrí para llegar al bus y llegué justo cuando era momento de abordar. Un choque detrás del ministerio de trabajo fue el culpable de ese primer retraso. Corrí para llegar a la playa temprano y corrí para regresar de la playa a la ciudad a tiempo para la ceremonia. La novia me disculpará, pero era inevitable irse hasta Colán, la mejor playa del mundo (y esta es una opinión super subjetiva e inalterable) para gozar de su paisaje, su calma, su agua, su todo. En esa correteadera, me robaron mi reloj. Sí, el reloj plomito que muchos años atrás me regaló alguien muy especial. Mira tu Brendita, perder el reloj que motivó horas de horas de plática mientras comíamos tostaditas…¿coincidencia o señal? No lo sé. Pero en la fiesta me la pasé mirando mi muñeca y sentía que faltaba algo.

¿Qué cómo estuvo todo? Suena redundante, pero la novia estaba linda, el novio a la altura de la novia, la torta decorada con rosas naturales espectacular y la comida divina. Es cierto que siempre se dice eso de los matrimonios, pero lo digo de verdad: todo salió estupendo. La recepción en el club Grau fue sólo para familiares y amigos más cercanos, pero aún así… éramos tres mesas de la UDEP!!!. Fue algo íntimo, muy bien organizado, emotivo y super alegre.

Cuando tenía siete años me parecía terrible eso de estar en un matrimonio, me aburría y me cansaba saludar a tantos tíos. Además como que todo el mundo se ponía nervioso. Hoy, cuando las protagonistas del evento son mis amigas, el matrimonio se convierte en algo maravilloso, muy emocionante. Por ejemplo, cuando su mamá y sus tíos le regalaron el anillo de compromiso que fuera de la abuela (cuyo retrato estaba al costado de la torta) todas teníamos un nudo en la garganta y lágrimas al borde del ojo.


Pero luego de alguna lagrimilla y un tiempo de bals ensayado miles de veces, empezó la jarana. Te cuento Rox que el bailongo fue agotador. Y lo fue especialmente cuando pusieron un mix que incluía música de nuestra infancia como los Hombres G o de la infancia de nuestros papas como “A quien le importa”. Ahí sí que se desató el delirio colectivo. Era todo casi igual a las fiestas pro fondos de ingeniería… misma gente, misma música, mismo vacilón. Y hubieras visto las caras cuando sonó el no es más que un hasta luego del jay jay jipi jipi jay.





Pero también hubo trifulca. El comité de damas casaderas (no por bordear los treinta se pierde derechos!!!) emitió un comunicado de protesta ante la demora por el tiro del bouquett. Y el mismo comité armó escándalo cuando fue favorecida una dama que no pertenecía a la promoción de la novia. La trifulca estuvo comandada por la chica del fantástico vestido verde agua, quien alzó su voz de protesta tan alto como pudo.


Ah! Me olvidaba de contar algo. Ya sé que en Piura hace calor, pero esa noche hacía harto calor, más aún al finalizar cada merengue. Así que inventamos una forma de remediar el problema. La invitación de boda sirvió de estupendo abanico. Debo confesar que envidiaba a la señora de la otra mesa, que tenía uno de esos que venden en la avenida Abancay a un sol, pero pude reponerme.

Y sí, finalmente la novia se fue. Y sí, la orquesta puso una marinera y apagó las luces. Y sí, eran las tantas de la madrugada y todas queríamos seguir bailando. Y sí, con pena nos tuvimos que despedir. Y sí, me regresé a Colán a disfrutar otro día de playa antes de regresar a la contaminación limeña. Y no, no me basta tan poquito tiempo para un reencuentro. Tendría que ser una semana entera!!!

Me trepé al bus cama contenta. Contemplé el desierto salpicado de algarrobos con nostalgia. Vi los verdes campos cultivados y las cabras y los burritos y las dunas con nostalgia. Mi mente no podía borrar la sonrisa de la gente de la promo, la felicidad de la novia (una amiga de lo mejor que hay he!) y la alegría de estar juntas nuevamente. Y tampoco me podía olvidar de lo feliz que me sentí cuando me dijeron que estaba regia… En fin, todo queda aquí guardado en mi corazón.



p.d. muchas gracias mario por las fotos, muy buenas. Existe una del bouquett super comprometedora, que si me autorizan publico, por lo pronto la he guardado en mi pc.

viernes, marzo 17, 2006

chicos de ayer

Sí, las chicas de ahora somos trabajadoras y todo eso, pero seguimos siendo fascinadas con un poco de caballerosidad. ¿Porqué los chicos creen nos gusta ser tratadas igual en todo? Si los chicos de ayer eran tan geniales...
Ayer tuve una buena experiencia y quiero compartirla. En la mañana tomé mi micro aún a sabiendas estaba lleno (pero si espero uno vacío me puedo estar una hora), resignada cogí bien la cartera y puse cara de mala cuando ví a un señor (un abuelito modesto) que se paró y me dío el asiento. Ya imaginarán el tamaño de mi sonrisa!!!
En la tarde, tomé un taxi de regreso. Cuando subí al carro, un modesto joven de treinta y algo sonriente esperó a que me acomodara bien para arrancar. A los pocos segundos habló.
- ¿Disculpe?
- Diga señor
- ¿Le molesta que escuche el partido en la radio?¿desea que cambie?
- No se preocupe
¿Vieron? No es tan difícil ser amable. Me alegró tanto la buena educación del chofer que no me importó siguiera oyendo su partido.
Al rato entramos a la vía expresa, que se había convertido en un lago en donde los carros parecían lancha. Y saben algo, lo primero que hizo el taxista fue subir la luna de delante de mi lado, para evitar que me moje.
¿Vieron? Todavía existen tipos a la antigua, con la cordialidad que tanto nos encanta. No todos son caballos (como les dicen a los maleducados acá)

martes, marzo 14, 2006

Paradojas





Quienes tenemos la dicha y la desdicha de viajar al centro todos los días a contaminar nuestros pulmones y ver de cerca la pobreza y la riqueza, tenemos el inmenso placer de contemplar el palacio de la injusticia.

Sobre todo a las siete, cuando recién oscureció y se enciende la extraordinaria iluminación, una contempla maravillada tanta armonía de su estructura. No tiene nada que envidiar al Museo de Arte ubicado a continuación. Es un edificio con la estructura justa, que trasmite ese concepto de gran institución. Su hermosura es tal, que cuando uno lo contempla recuerda de donde viene nuestro mestizaje y hasta olvida las tamañas barbaridades que dentro ocurren.

¿Cómo un edificio tan bonito puede ser hogar de abogados tan inescrupulosos? No tengo derecho a afirmar que no exista gente honrada, estoy segura que existe, pero también es conocida la poca vergüenza de algunos que creen la plata lo soluciona todo.

En un país tan bello y calamitoso como el nuestro, existe mucha gente sufrida, olvidada, descontenta. Son ellos, quienes piensan nada tiene solución y aquí solo la plata te libra de la cárcel, los que votarán por Humala, los que votaron por Fujimori y los que creyeron en Toledo. Y es el palacio de la injusticia, que no termina de castigar a algunos ladrones y liberar a algunos inocentes, en parte el culpable. Gente que ya no cree en la justicia actual y espera un nuevo líder, del pueblo, que los salve.

Un poco antes de llegar al citado palacio, se ve en un cartel a una chica vestida al estilo militar. Aunque no es publicidad de Humala, más bien promoción de un centro comercial chileno en donde está de moda lo aguerrido, casi parece un presagio de cómo será la vida si gana el susodicho.

Algunos electores creen que votar por Humala significa acabar con la desigualdad económica. Creen que Humala evitará más "robos" de los extranjeros. Creen que Humala arreglará el problema de Camisea (son conscientes los extranjeros responsables de las imperfecciones en dicha obra del daño???). Y no se dan cuenta que la injusticia y la pobreza no desaparecerán en cinco años. No se dan cuenta que nacionalizar las empresas y pelearse con los extranjeros no ayudará a que seamos ricos, sino que nos empobrecerá más.

Las encuestas del domingo muestran un empate entre Lourdes y Humala. Y tan solo puedo decir… Dios nos ampare!!!

p.d. me hubiera gustado poner otra foto del palacio de noche!!!

martes, marzo 07, 2006

chicas de hoy


Esperaba sentada la salida del vuelo y cogí dos revistas gringas de economía que había sobre la mesa. Al instante noté que un señor de la tercera edad me miró extrañado. ¿Esperaba verme escoger Hola? Tenía mucho sueño como para ponerme a explicarle mi trabajo (tampoco era un clon de Tom Cruise como para motivarme a conversar) así que tan solo hice un gesto como diciendo "así somos las chicas ahora". Imágenes cruzaron mi mente.

Ocho de la mañana esto es un cementerio. Solo día de suplementos se llega tan temprano. Es la mejor hora para avanzar porque el sol de la ventana no enrojece los ojos. Las chicas de negocios (chicas a excepción de nuestro serruchito) llegan, alborotadas y risueñas, a eso de las doce. La mayoría – excepto alguna dormilona – renegando sobre los pocos datos de mercado que dió el entrevistado o lo larga de la conferencia de prensa. Es la hora de calibrar la información. Y es también la hora del raje.

A las tres de la tarde esto es un revoltijo. Todos los escritorios están llenos de papeles y revistas desperdigados sin ninguna armonía. ¿Quién tiene un lapicero? (gritan por el fondo). Una analista de finanzas corre y corre de un lado al otro. Los teléfonos suenan y suenan y suenan y no pararán de sonar en todo el día. Las jefas piden "adelantos". Las distraídas miran al frente al guapísimo artista que acaba de entrar a la radio. Y los escasos economistas del lugar, con harta paciencia, dejan de analizar la bolsa para explicar a otra chica sonriente a que porcentaje equivalen esos millones de dólares.

Chicas, sí. Con tiempo para retocarse los labios mientras escuchan el resumen de noticias de la hora. Con diez segundos para preguntarle a la del costado si ese color de blusa le sienta bien. Y con la desfachatez suficiente para dejar al novio esperando en la línea mientras le preguntan al vecino a cuanto se está cotizando hoy el petróleo. Y con suficiente despiste para dejar el hervidor de agua prendido indefinidamente.

A las cinco es la hora del chistecito de Alf. La bulla sigue, pero el tema es diferente: que si el dólar bajó, que si el precio de la leche subirá con la huelga de ganaderos, que si el riesgo país, que si la estrategia comercial tal, que acaban de sacar una norma de telecomunicaciones nueva, etc. Media hora después el silencio es total. A la que habla la callan con roche. Solo se escuchan las teclas, el hervidor de agua, uno que otro teléfono, uno que otro portazo (¡el viento es terrible!), uno que otro grito de alguien molesto.

A las diez de la noche la mayoría de las chicas de negocios ya se fueron. Queda el serruchin, que hace el trabajo de tres y termina a las diez, el analista de bolsa, las jefas y la chica suplementos. A esta hora tiemblan las manos al oír el teléfono.
- no estoy – suspira una y contesta
- que no sea publicidad – suplica la otra
- ¿y ahora que quieren? – se queja la tercera

Era una agencia de prensa preguntando si recibieron la nota de prensa que envió en la tarde. Era publicidad, cambiaron la pauta, hay que llenar dos páginas más. Era el jefe, que hay unas declaraciones del Ministro ahorita, que baje serruchín a gravar.

A las once el estrés se apropia del lugar. Falta foto para la cuatro. Hay que cortar el texto de la ocho. Hay que buscar otra nota o otra levantada a esa nota (y la jefa se da el trabajo de voltearlo todo para que resulte interesante). El cliente del suplemento no se despega del otro lado del celular (lleva una hora conectado!!!) hasta que todo esté listo.
-¿Dónde está la foto? - digo
-Ya bajo! - grito por la ventana haciendo una seña al diagramador
-Todavía no tienen la foto? – dice el super guapo pero ahora super espeso cliente.
- Un momentito por favor - digo
- se la acabo de reenviar al mail – dice él
- voy a abrirlo - gesto de pocos amigos
- ya la tiene? – (pienso: el jura que tengo internet 2 no?)
- un momentito (pasan varios minutos de tenso silencio)
- ya?
- (felizmente el no ve mi gesto) un segundo, está bajando….. listo
- ya?
- Un minuto, hay 135 mensajes nuevos, de los cuales la mayoría son spam…
- Que?
- Ya!!!

Dos de la mañana. Las dos últimas chicas de negocios dejan la redacción. Con miedo de que se cruce alguna horrorosa cucaracha. Cansadas, pero sonrientes, comentan las incidencias del día. El chofer las espera. Se suben y comentan a quién entrevistar mañana… porque mañana es el día de la mujer.

p.d. para no herir suceptibilidades he omitido nombres y hablado de una realidad vivida varios años atrás. No es mi realidad actual.